Su padre Ramiro, era agricultor, ganadero, jornalero y cantero. Persona de gran fortaleza física, fibroso, y muy curtido por el trabajo. Normalmente se dedicaba a cortar piedra en la cantera en forma de bloques para la construcción de muros y fachadas de edificios, o en forma de columnas para sujetar los viñedos. Cuando no tenía encargos de piedra, trabajaba a jornal como carpintero, obrero o agricultor podando árboles o viñedos, arando campos, plantando todo tipo de cultivos o áboles frutales. En la época de la siembra o de la cosecha, se dedicaba con toda su familia en pleno al trabajo de sus propias fincas. Tenía numerosos terrenos esparcidos por toda la comarca de Puenteareas, aunque de pequeño tamaño. Acudía a todas las ferias de ganado, para comprar o vender animales. Tenía vacas, cerdos, conejos, gallinas, ovejas y cabras. El se encargaba personalmente de los partos de los animales y de su compra-venta. Trabajador incansable, muy sociable y extrovertido, conocía y era conocido por todos. Era muy servicial y ayudaba a todo el que podía, pero si le trataban mal, no dudaba en defenderse y reaccionaba enérgicamente, metiéndose en juicios contra aquellos que discutían los lindes de sus tierras, o los derechos de riego de sus fincas. Estuvo siempre activo hasta que murio a los 98 años de edad.
Su madre Marcelina, se dedicaba a las labores del hogar y era la encargada del cultivo de todas las fincas y del cuidado de los animales. Para ello contaba con la ayuda de todas sus hijas, y algún jornalero o jornalera, que contrataba eventualmente para cuando se le acumulaba el trabajo. Normalmente su hija Consuelo y su hijo Manolo, acompañaban al Padre para ayudarle en su trabajo, la primera por su gran fortaleza y el segundo por ser el único hijo varon. Igual que su marido, Marcelina era otra trabajadora incansable, pero su actividad se fue reduciendo a medida que avanzaba la enfermedad que le afectaba a todas sus articulaciones y huesos, afectando gravemente su movilidad. Su carácter era bonachon y afable, siendo además una persona muy inteligente y racional.
Cuando tenía doce años, sus padres con la intención de darle estudios, la enviaron en régimen de internado al convento de Las Hermanas de la Cruz en Sevilla. Allí aprendió a leer y escribir, y adquirió una cultura básica fundamental. Pero sobre todo le enseñaron a ser una buena ama de casa, destacando en la cocina, y sobre todo en la costura. Tenía muy buena caligrafía y dibujaba bien, por lo que las monjas pronto la pusieron a hacer bordados en mantelerias, sábanas, pañuelos, y prendas de vestir. Poco después ya confeccionaba, bordaba y arreglaba la ropa para las figuras que salían en las procesiones
Las Hermanas de la Cruz, que eran las camareras perpetuas de la Virgen de los Reyes, y responsables de mantener su ajuar, en 1947 obtuvieron el patrocinio económico para restaurar y pasar a nuevo terciopelo el manto verde de la Virgen donado por la reina Isabel II, no dudaron en incluir a Maria del Carmen, en el grupo de bordadoras encargadas de restaurar el citado manto.
LLego el momento en que la novicia tenía que tomar los hábitos, pero no estaba convencida de querer ser religiosa, por lo que su padre la rescató y regreso a su pueblo natal, después de casi cinco años de convento. Una vez en casa, se incorporó a su anterior estilo de vida: trabajo en el campo y cuidado de los animales.
Su primera hija la mantenía muy ocupada, era una madre aún sin experiencia, pero sólo habian pasado dieciocho meses y ya nacia su segundo hijo, al que le pondrían el nombre del padre. Ahora eran cuatro en la familia y, había que buscar una estabilidad económica, dado que el Arte apenas proporcionaba medios económicos para vivir. Su esposo había presentado la maqueta para el momnumento al Dr. Marescot en Pontevedra, pero por falta de presupuesto, El Ayuntamiento decide aplazar su construcción, ejecutándose años mas tarde con un proyecto más económico que el que había presentado su marido. Ante la carencia de ingresos estables, y ya con el tercer hijo en camino, pensaron en montar un negocio de venta de ropa de vestir para caballero y niño, en el bajo del edificio donde vivian y que era la antigüa funeraria, con la idea de atenderlo ella, mientras su cónyuge se dedicaba al Arte.
En 1956 nace su tercer hijo, cuando apenas llevaba cuatro años de casada. Era una madre experta, capaz de atender a la familia y ayudar a su esposo. Hubo de nuevo suerte ya que el Ayuntamiento de Puenteareas le encargó a su marido la construcción de los monumentos de Soutullo y Bugallal. Estas obras proporcionaron nuevos ingresos, suficientes para hacer realidad la idea de montar la tienda. Así lo hicieron, pero el trabajo para arreglar el local y poner en marcha el negocio, a la vez que atender a la familia y por otra parte su marido tenía que elaborar los monumentos y hacer todos los techos, estanterias y molduras atrtícas del comercio, supuso un gran esfuerzo para los dos.
Todavía no habían pasado cinco años desde que se había casado, cuando en 1957 paría su cuarto hijo, en este caso una niña que llevaría su nombre. Su anterior hijo aún no había cumplido los trece meses y todavía no sabía andar, por lo que el trabajo en hogar cada día era mayor. Tuvieron que contratar una chica para que le ayudara en las labores del hogar, puésto que mi Madre tenía que trabajar en el comercio, arreglar la ropa, para adaptarla a las medidas del cliente, comprar los viveres, hacer las comidas, lavar la ropa, planchar, y un largo etcétera.
Por suerte la tienda de venta de ropa era un negocio floreciente, en contra necesitaba dedicación absoluta. Mi Padre deja a un lado el Arte y mi Madre no da a basto entre los trabajos del comercio y los del hogar. Con la misma alegría de siempre se queda embarazada de nuevo. El quinto hijo nacido en 1958, se trata otra vez de una niña. Ya son cinco hijos en menos de seis años de matrimonio, todo un record. La vida se le complicaba, su ilusión por vivir en Madrid se iba disipando, ahora pensaba que lo mejor para la familia era trasladarse a vivir a Vigo, pero era consciente que estaban atados por el comercio, y trasladarse todos los días veintitres kilómetros era impensable en aquella época. Por otro lado tener el negocio en el bajo del edificio donde vivía era una gran ventaja y suponía un gran ahorro de tiempo y dinero.
Desde que se casó su hija mayor, la familia se incrementó con su marido, ya que la vivienda que le iban a entregar no la habían terminado de construir, y después al quedarse embarazada de su niña, mi Madre no quiso que se fuera de casa, con lo cual al nacer la niña, la familia se incremento en uno más y a los pocos meses nacería el último hijo de mi Madre. De tal forma que éramos diecisiete personas viviendo en el mismo hogar. Y nuestra Madre haciendo desayunos, comidas, meriendas y cenas para todos, lavar, secar y planchar la ropa, hacer las camas, limpiar la casa, el comercio, las plantas, las flores, los perros, gatos, canarios, y un largo etcétera, ¡ quién se lo puede imaginar ¡. Y no sólo atendía su hogar, además diariamente visitaba a sus padres y ayudaba a sus hermanas a cuidarlos.
La vuelta de todos al hogar se celebra con gran alegría, pero cuando perecía que todo iba bien, mi madre es ingresada varias veces en la u.c.i. por continuas perdidas de sangre en la vagina. En una de estas crisis, los médicos nos notifican su muerte, pero mi hermano insistiendo en su reanimación consigue que su corazón vuelva a latir. Por fin consiguen diagnosticar el problema, que parece ser se debió al esfuerzo del último parto, que le produjo un derrame interno, quedando la sangre coagulada y formando una gran infección al no ser extraida. En este proceso y al pensar por error que era un problema de vagina le hacen un vaciado completo sin ser necesario, en consecuencia pierde la fertilidad y queda muy afectada psicológicamente, sufriendo frecuentes depresiones.
Sus hijas e hijos se van casando y abandonando el hogar para formar otros con sus respectivos conyuges y pronto llegan los nietos. Eso le da de nuevo sentido a su vida, se desvive por ellos y esta siempre dispuesta a atenderlos. Ya no tiene mas hijos pero se realiza de nuevo con cada uno de sus nietos, la casa si cabe aún esta mas llena que cuando tenía todos los hijos solteros, el trabajo no le importa, eran su alegría. Sus hijos más pequeños, eran poco mayores que sus nietos, por lo que la casa esta permanentemente llena de niños correteando, riendo y llorando, con el bullicio propio de una familia super numerosa.
A medida que los hijos van creciendo y abandonando el hogar, ella se va implicando mas en el trabajo del comercio, para que su esposo pueda dedicarse al arte, hasta que el 25 de junio de 1998 deciden entregar todos sus bienes a los hijos como anticipo de la sucesión. No por ello abandonó totalmente su trabajo en el comercio, por algún tiempo siguió arreglando la ropa, para ponerla a medida de los clientes.
Cuando por fin estaba jubilada y había criado a todos sus hijos y parte de sus nietos, y disponía de tiempo libre para poder viajar, que era la ilusión de su vida, empieza a sentirse mal, más cansada de lo acostumbrado. Acude al médico de cabecera y éste le dice que era normal, debido a sus trece partos y al problema de huesos que padecía, le precribió algún medicamento, que ella tomó, pero seguía sintiendose mal y además ahora empieza a tener problemas a la hora de orinar. La envían al médico especialista, y éste después de varias pruebas, le diagnostica un cáncer de riñon. Deciden operarla y al abrirla, se encuentran con que el cáncer se le había extendido por otros órganos, prolongan la operación y le estirpan además del riñon, el páncreas, el bazo, la vesícula y parte del intestino. El diagnóstico es muy grave, hay pocas esperanzas, pero ella lucha por vivir y pese a los muchísimos sufrimientos, tiene voluntad para hablar con toda la familia y seguir preocupándose de las cosas cotidianas de cada uno. Los médicos nos advierten que de ahora en adelante tendrá que cuidarse mucho, hacer una vida muy metódica y no hacer ningún tipo de esfuerzo. Llevaba casi dos meses hospitalizada y empezaba a levantarse y a caminar por los pasillos, tenía una ilusión increible por volver pronto a casa. Pero de repente empeora e ingresa en la u.c.i. con una fuerte infección hospitalaria. Le hicieron nuevas intervenciones, pero después de mucho sufrimiento y una larga agonía, fallece en la u.c.i. del hospital el treinta de abril de dos mil uno, confortada con los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica, D.E.P.
El funeral y entierro se celebraron en Ponteareas, su pueblo natal, y la Misa de Réquiem fué cantada por Teresa Nóvoa, a petición de mi Padre, con la presencia de toda la familia, muchísimos amigos y conocidos, tantos que no cabían en la Iglesia Parroquial, ya que era una persona muy querida, sobre todo por las gentes de las Aldeas próximas a las que a muchos de ellos había ayudado desinteresadamente.